El cambio climático y los incendios forestales están conectados en un círculo vicioso que pone en riesgo a los ecosistemas y a la humanidad. Por un lado, las temperaturas globales en aumento y las condiciones de sequía prolongada hacen que los incendios sean más frecuentes y difíciles de controlar. Por otro lado, los incendios forestales liberan grandes cantidades de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, que aceleran aún más el calentamiento global.

Este círculo debe romperse si queremos frenar el impacto devastador de los incendios forestales en el clima. A medida que el planeta se calienta, las temporadas de incendios son más largas y las zonas que antes no eran vulnerables ahora enfrentan un riesgo elevado. Además, la deforestación generada por los incendios reduce la capacidad de los bosques para absorber CO₂, lo que agrava la crisis climática.

El reto es doble: necesitamos medidas más efectivas para prevenir los incendios y también para combatir el cambio climático. Adoptar energías limpias, frenar la deforestación y promover la reforestación son pasos esenciales en esta lucha.

El papel de las políticas públicas y la concienciación social es crucial. Solo a través de un esfuerzo global y multisectorial podremos proteger los ecosistemas y mitigar el impacto del cambio climático. Los incendios no son solo un problema local, son una amenaza global que afecta a todos.